Nos han hecho creer que cuando tomamos una decisión y nos
equivocamos es malo, cuando en realidad el mayor error es no tomar decisiones.
Al mismo tiempo somos responsables de nuestra vida, y los demás no deben
decidir por nosotros.
Pero tomar decisiones no es fácil, de nuevo nos domina el
miedo y el miedo hace que nuestra responsabilidad se la cedamos a otra persona,
familiares, amigos, pareja… de modo que si sale mal ya tenemos a quien culpar y
nos convertimos en víctimas. Hay que ser más valientes y asumir nuestra
responsabilidad.
Os dejo con un cuento de EMA WOLF
Había una vez un centauro que, como todos los centauros, era mitad hombre y
mitad caballo.
Un día el
centauro decidió que tenía mucha hambre, pero muchísima, más de la habitual.
Ese día se preguntó “Tengo hambre, pero ¿qué debo comer? ¿Debería
comer una hamburguesa o debería comer un fardo de heno? ¿Heno o hamburguesa?” Claro, mitad
caballo y mitad hombre tenía los dos deseos, tenía que tomar una decisión. Pero
se pasó días y días pensando ¿heno o
hamburguesa? ¿hamburguesa
o heno? ¿heno?,
¿hamburguesa? Y no pudo
decidirse, no pudo decidir qué quería comer. Si heno o hamburguesa. Como no
podía decidirse se quedó sin comer.
Pero también
tenía sueño. Entonces pensó dónde debería dormir, debería dormir en un hotel o
en un establo. ¿Hotel o establo?,
¿establo? ¿hotel? Y así estuvo también
durante días. Como no pudo decidir se quedó sin dormir.
Sin dormir y
sin comer el pobre centauro se enfermó. Entonces pensó dónde debería ir a
atenderse. ¿A un médico o a un
veterinario? ¿Veterinario?
¿A un médico? ¿Veterinario? ¿Medico?, repetía en voz alta.
Como tampoco tomó una decisión el centauro se murió.
Y allí quedó
el cadaver del centauro. Vino la gente del pueblo que conocía al centauro de
toda la vida, lo vieron ahí muerto y dijeron “deberíamos darle por lo menos
cristiana sepultura… ¿o no?
¿Dónde deberíamos enterrarlo?
¿En el cementerio o a campo
traviesa? ¿A campo
traviesa? ¿En el
cementario?” Como no pudieron decidir dónde correspondía enterrarlo,
no sabían qué hacer, llamaron a la autora del cuento para que resolviera este
problema.
La autora
del cuento sabía que el centauro era mitad hombre y mitad caballo, y tampoco
pudo decidir. Así que como era la autora decidió revivir al centauro. Pero todo
volvió a empezar una y otra vez porque el centauro nunca se decidió si él era más un hombre que un caballo o más
un caballo que un hombre.